Cuando era
niña la Navidad me envolvio en lazos de ilusión. Cada estrella que brillaba era
un deseo. Un arbol vestido de luces. Un belen que decoraba el salon y unos
villancicos que sonaban a dias magicos.
Mi inocencia alcanzaba el cuento que entonces se vendia, hadas y
pastores un buey y una mula y una familia pobre en un pesebre, siempre
pense que el egoismo existio desde el
inicio de la creacción.
Unos reyes Magos me guiñaron un ojo y me
sacarón la lengua, entonces supe que vendrian a verme y cada año estuve
esperandoles con una copa de cava y mi turron preferido reservado para ellos.
Yo que les daba mi mejor beso reservandolo cada año para ellos. Asi fueron
pasando los años, cada Navidad la misma historia, el mismo cuento. Pero en
aquellos años me hizo feliz, si muy muy feliz.
Hoy el cuento
ha cambiado el arbol se seco, el Belen quedo enterrado en el trastero, mi
inocencia murio con la perdida de mi niñez.Pero yo consegui la base que formo
toda esa decoración superflua que decora la Navidad.
Hoy vivo la
Navidad en cuento real. No duermo en una nube con adornos, ni belenes ni,
musicas celestiales (villancicos) Los magos existen de otra manera, me canse de
esperarles con el champan, pero me quedo su magia porque consegui vivir una
Navidad diferente pero viva, real. Quise
transmitir a los mios, nuestra propia Navidad, duradera, algo inhato que morira
cuando acabe nuestra existencia