lunes, 4 de noviembre de 2013

Otoño

Llegas y te posas en mi corazón para siempre. Mientras desnudas con ternura los arboles, yo observo caer con dulzura y añoranza a esas hojas que se posan formando una capa rojiza e amarillenta como un manto que viste al húmedo suelo. Entonces veo llegar a mi nostalgia, tras la escapada del amor, los rayos del sol y los luminosos cuerpos tostados en una exótica playa. Como una segunda primavera te presentas ,donde cada hoja es una flor. El vuelo de las hojas denotan ese encanto que solo tu posees, libertad de volver a la tierra, a ser acariciadas por la inocencia de ese niño.
Provocas el llanto de las nubes continuamente. ¿Eres malvado?
Enfureces al cielo cambiando su tono de azulado a grisáceo por ello te etiquetan como un alma triste. Una balada decora ese entorno y se va adormeciendo la tarde. Vas calando mi esencia y voy flotando en tu espacio. Un murmullo mece mi cuerpo, el viento se hace notar acariciando mi rostro.
Se acaban los leños y el fuego de una mirada caldea mi hogar. Ya no siento miedo, ni soledad y viajo por recuerdos junto a esa balada que te define
Llueve y llueve
y tu traje va curtiendo un paisaje melancólico dando una amarillenta alfombra que me despierta y marrón que me arrastra hacia mis sueños.

Otoño, oscurece para empujarme a navegar por los vientos invernales 

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