Llegas
y te posas en mi corazón para siempre. Mientras desnudas con ternura
los arboles, yo observo caer con dulzura y añoranza a esas hojas que
se posan formando una capa rojiza e amarillenta como un manto que
viste al húmedo suelo. Entonces veo llegar a mi nostalgia, tras la
escapada del amor, los rayos del sol y los luminosos cuerpos tostados
en una exótica playa. Como una segunda primavera te presentas ,donde
cada hoja es una flor. El vuelo de las hojas denotan ese encanto que
solo tu posees, libertad de volver a la tierra, a ser acariciadas por
la inocencia de ese niño.
Provocas
el llanto de las nubes continuamente. ¿Eres malvado?
Enfureces
al cielo cambiando su tono de azulado a grisáceo por ello te
etiquetan como un alma triste. Una balada decora ese entorno y se va
adormeciendo la tarde. Vas calando mi esencia y voy flotando en tu
espacio. Un murmullo mece mi cuerpo, el viento se hace notar
acariciando mi rostro.
Se
acaban los leños y el fuego de una mirada caldea mi hogar. Ya no
siento miedo, ni soledad y viajo por recuerdos junto a esa balada que
te define
Llueve
y llueve
y tu
traje va curtiendo un paisaje melancólico dando una amarillenta
alfombra que me despierta y marrón que me arrastra hacia mis sueños.
Otoño,
oscurece para empujarme a navegar por los vientos invernales
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