miércoles, 12 de marzo de 2014

Mi acantilado

Como una roca que se moja en el romper de una ola, empapada por las lágrimas del mar.  En  orillas donde la arena le lava la cara para secar su sollozo, clavada en su costa recibiendo los golpes  del agua salada.
La miro ... me siento sobre ella, la brisa acaricia mi tez tostada. Me fundo en sus entrañas. Con una fortaleza indefinida, brillante y rígida por los impactos de la vida.

La acaricio y siento su dureza. Así se halla mi esencia. Fuerte y áspera. Aprendí a desechar el origen de mis heridas, sin que me aceptara. A no mirar hacia atrás. Y ahora aquí sentada sobre mi rincón favorito, observo esa grandeza que posee el mar. Me siento diminuta pero comparto con él sus lágrimas. Su inmensidad es la vida, lo que me queda por vivir. Por ello vengo a este lugar mágico… esa es mi fortaleza.

Así mi savia coge firmeza y seguridad. Cuando creo debilitarme. Nunca me abandona siempre espera mi visita. Él me acompaña en mis momentos de soledad. Llora conmigo, me vacila al soltar un estruendo de espuma blanca.

Me enseño a escucharme y a quererme. Mi roca, el mar y yo. Un trío perfecto.

Mi alma es la roca cuando la fortaleza pide auxilio. Mi vida es el mar. Y yo…

¿Quién soy yo?

Ese alma que asombrada de cómo es el ser humano… aprendera ser yo misma.

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